Escribir cada día.
Distancia leve pero insuperable
entre lo que se siente/se piensa
y lo que se alcanza a decir.
Estamos hechos de magnitudes volátiles,
sentimientos, emociones, ímpetus,
que la razón no alcanza siempre a traducir,
de ahí la magia a la vez trampa del lenguaje,
de no decir lo suficiente, de no poder hacerlo.
La sinceridad no basta, aunque poética, para comunicar,
acaso para expresar tan solo, la verdad del alma.
A veces las penas pasan vagamente,
sin ser incluso resueltas,
simplemente se dejan,
entretenidas o ignoradas.
Entre amigos, de diversión pasajera,
o enfrentados a necesidades mas triviales,
los pesares y las confusiones se rezagan
viendo al tiempo hacer su ronda,
ya no tan existencial, con un ritmo,
aunque sea uno repetido.
No hay algo así como un propósito rotundo del hacer,
un verdadero motivo para cada paso:
Se levanta en medio de la acción,
corrigiendo mi animo,
una razón mas abstracta, tal vez por eso menos comprensible,
por la que son hechas las cosas,
dados los pasos,
pronunciadas las sentencias,
efectuados los oficios
con todos sus pormenores,
requisitos y consecuencias irreparables.
Hay por cierto grandes tareas,
admirables empresas que
contienen, o parecen hacerlo,
causas tremendas, hondas inquietudes
que mueven al ser a comportarse en pos de tal fin;
pero aun así no esta resuelta,
aun en individuos religiosos,
la finalidad más general.
Somos actores,
incluso protagonistas por momentos,
de una historia de la que
no solo no conocemos ni bien su principio,
ni nos bastará con entrever su desenlace.
La vida muchas veces parece literatura,
tiene diferentes niveles de enunciación
y, en correspondencia, de comprensión,
haciendo necesarias acciones o tareas ínfimas,
justificadas por un contexto mas amplio.
Son precisas,
supuesto paradójico de mi escéptico apunte,
algunas divagaciones,
ajustes y menudeos,
para dar coherencia a relatos mas complejos.
Habría en esta comparación vulgar,
una prosa del día a día y el verso estaría tan solo en aquellos momentos apacibles o apasionados, fugaces como el presente.
Aun me pregunto
si hay o pueden haber asuntos del todo irrelevantes,
que siendo del todo prescindibles,
no alcancen siquiera para una frase,
así sea una sencilla y sobria.
Queda esto,
por tanto y tan solo,
como una insinuación que habrá de re-elaborarse
a menudo sin encontrar tal vez su forma definitiva.
entre lo que se siente/se piensa
y lo que se alcanza a decir.
Estamos hechos de magnitudes volátiles,
sentimientos, emociones, ímpetus,
que la razón no alcanza siempre a traducir,
de ahí la magia a la vez trampa del lenguaje,
de no decir lo suficiente, de no poder hacerlo.
La sinceridad no basta, aunque poética, para comunicar,
acaso para expresar tan solo, la verdad del alma.
A veces las penas pasan vagamente,
sin ser incluso resueltas,
simplemente se dejan,
entretenidas o ignoradas.
Entre amigos, de diversión pasajera,
o enfrentados a necesidades mas triviales,
los pesares y las confusiones se rezagan
viendo al tiempo hacer su ronda,
ya no tan existencial, con un ritmo,
aunque sea uno repetido.
No hay algo así como un propósito rotundo del hacer,
un verdadero motivo para cada paso:
Se levanta en medio de la acción,
corrigiendo mi animo,
una razón mas abstracta, tal vez por eso menos comprensible,
por la que son hechas las cosas,
dados los pasos,
pronunciadas las sentencias,
efectuados los oficios
con todos sus pormenores,
requisitos y consecuencias irreparables.
Hay por cierto grandes tareas,
admirables empresas que
contienen, o parecen hacerlo,
causas tremendas, hondas inquietudes
que mueven al ser a comportarse en pos de tal fin;
pero aun así no esta resuelta,
aun en individuos religiosos,
la finalidad más general.
Somos actores,
incluso protagonistas por momentos,
de una historia de la que
no solo no conocemos ni bien su principio,
ni nos bastará con entrever su desenlace.
La vida muchas veces parece literatura,
tiene diferentes niveles de enunciación
y, en correspondencia, de comprensión,
haciendo necesarias acciones o tareas ínfimas,
justificadas por un contexto mas amplio.
Son precisas,
supuesto paradójico de mi escéptico apunte,
algunas divagaciones,
ajustes y menudeos,
para dar coherencia a relatos mas complejos.
Habría en esta comparación vulgar,
una prosa del día a día y el verso estaría tan solo en aquellos momentos apacibles o apasionados, fugaces como el presente.
Aun me pregunto
si hay o pueden haber asuntos del todo irrelevantes,
que siendo del todo prescindibles,
no alcancen siquiera para una frase,
así sea una sencilla y sobria.
Queda esto,
por tanto y tan solo,
como una insinuación que habrá de re-elaborarse
a menudo sin encontrar tal vez su forma definitiva.
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